Cuando se comenzó a hablar de la organización de las festividades de Santa Bárbara, se tenía confianza en que un araucano hiciera una gran versión y despidiera a lo grande su nefasto cuatrienio, al menos en el ámbito cultural.
Pero las sorpresas aún se están dando y, como en el adagio popular, “lo que mal comienza mal termina”. El viciado contrato fue insuficiente para la voraz actitud del alcalde y sus secuaces.
Con estupefacción comprobamos que la cancha de Los Guarataros, el gran escenario para el Torneo Internacional del Joropo y el contrapunteo, está cerrándose al pueblo araucano; pues con la tela Bogotá que se instala en la malla de la cancha deportiva, se está impidiendo la visibilidad del espectáculo folclórico a la comunidad que asiste en masa al evento.
Indagando, colegimos que muy seguramente el ingreso al lugar se cobrará. No fueron suficientes los más de mil ochocientos millones, valor del contrato para su realización, sino que el cobro de la entrada dejará pingües dividendos al contratista, algo que no es coherente con la situación económica de los araucanos. Cobrar por la entrada al programa vernáculo es un adefesio, que desmejora aún más la decaída imagen del burgomaestre, quien solo piensa en enriquecer a su rosca cercana en detrimento de una sociedad ávida de folclor y programaciones que destaquen su idiosincrasia. Todo parece indicar que el encierro de la malla obligará a pagar la entrada al certamen atávico, un evento masivo que siempre ha gozado de gratuidad.
