La edición de 2024 del informe de las Naciones Unidas “Situación y perspectivas de la economía mundial” destaca los efectos del calentamiento global con un panorama sombrío. Temperaturas extremas, desastres climáticos y el avance del fenómeno de El Niño suponen un riesgo significativo para el crecimiento económico y la seguridad alimentaria en países de América Latina, Asia y África.
Según las previsiones de la ONU, el cambio climático representa un trastorno duradero para la estructura productiva de los países de América Latina y el Caribe. El aumento de las temperaturas, el incremento de las sequías y los fenómenos climáticos extremos como huracanes y tormentas podrían afectar gravemente a la agricultura y el turismo, contribuyendo a la disminución de la productividad laboral y a una reducción de las reservas de capital.
“Las predicciones de ONU indican que se avecina una crisis para la agricultura. En este contexto, el Sur Global es el menos preparado para gestionar las pérdidas económicas, la inseguridad alimentaria y la malnutrición”, explica Karen Reyes, vocera para Colombia de la ONG Internacional Sinergia Animal.
La crisis climática también radica en un sistema alimentario inadecuado que depende de las proteínas animales, principales emisoras de CO2 y gases de efecto invernadero en la producción de alimentos. Las explotaciones ganaderas y piscícolas son responsables del 61% de las emisiones del sector agrícola -sin tener en cuenta las cadenas de suministro– y solo aportan el 37% de las proteínas y el 18% de las calorías que se consumen en el mundo.
“Esta ineficacia también está relacionada con el hambre y las desigualdades sociales. Estudios destacados y organizaciones internacionales como la OMS han llegado a la conclusión de que debemos cambiar a más alternativas a base de plantas. Este modelo alimentario se alinea con objetivos tanto climáticos como nutricionales”, afirma Reyes.
En la COP28 los gobiernos reconocieron la necesidad de ayudar a los agricultores a adaptarse al cambio climático y se comprometieron a reducir las emisiones agrícolas de sus países. El encuentro marcó un momento histórico al incluir la transformación del sistema alimentario en la «Declaración de los EAU sobre agricultura sostenible, sistemas alimentarios resilientes y acción por el clima«.
«Los gobiernos de todo el mundo pueden fijarse en acciones concretas como el plan de Dinamarca para impulsar la producción de alimentos de origen vegetal», concluye Reyes.